martes, 12 de septiembre de 2017

Al Asunto

No sé, es como si de repente la cuestión no fuera del hueso el tuétano o del fruto su semilla, y nos quedáramos en el blanco calcáreo de uno, y en el fruto dulce y carnoso que envuelve generalmente a la otra.
Banal. Las conversaciones resultan banales últimamente.
Rodeando la raíz para no cortarla, careciendo del más mínimo rigor o trascendencia.
Es la circunvalación de las ideas expuestas de forma oral, lo que hace que te abstraigas contemplando el paso del cúmulolimbo viajante más cercano, o aquel chucho que se rasca la oreja con su pata posterior izquierda, en la esquina opuesta de la calle. Que elasticidad!!
Así somos, de mentira y temerosos de entrar de lleno en aspectos que pueden resultar ásperos o complicados de afrontar para nuestro interlocutor. Aspectos que nos hacen parecer lo que somos aún sin quererlo.
Pues nada, continuemos con el falso buenismo, el maniqueísmo y toda esa parafernalia de actitudes que rabiosamente odio tanto. Hagamos la colada de las palabras y enquistemos las ideas ocultándolas al exterior, y así, como en una comedia romántica Hollywoodiense, amémonos todos como dicen que debemos amarnos, odiémonos como quieren que nos odiemos y padezcamos todos juntos el síndrome de Angelman, la falsa felicidad.
Fueron felices y comieron perdices.

0 comentarios: