viernes, 14 de marzo de 2008

Hambre

Como las imágenes que representan el bien y el mal, es decir, dos miniaturas de ti mismo, encaramadas a tus hombros y susurrándote consejos a los oídos, me imagino yo hoy a mis dos mitades. En mi caso representadas por dos órganos contrapuestos y casi nunca en armonía. La cabeza y el corazón.
Uno es testarudo, y dedica su tiempo a informarme de los pros y los contras de las acciones venideras. De manera incansable trabaja para encontrar la rectitud en el camino y no duda en tomarse su tiempo para valorar los peligros, y encontrar la manera, llegado el momento, de enfrentarse a ellos con un mínimo de garantías.
El otro no obedece a mandato ninguno. Actúa de improviso cogiendo a todo el cuerpo con la guardia baja. Llena cada poro con su ímpetu y es imposible apaciguar su latido cuando se pone en marcha. Como si un posible error de cálculo, no importara, y no tuviera otra respuesta que una nueva acción explosiva por su parte.
Así transcurren los acontecimientos, en un pulso continuo entre sensatez y locura, entre el "bien" y el "mal". La sensación más placentera la experimento en el momento en que uno de los dos vence y determina el camino a seguir, sea cual sea. Es ese preciso instante cuando todos y cada uno de los átomos que forman mi cuerpo y mi mente, saben hacia donde empujar y empujan...
A veces las cosas salen bien y otras sencillamente no salen. No obstante y pese a todos los esfuerzos de cabeza y corazón por mantenerse indefinidamente en el poder absoluto, llega un momento en que su derrota es total y sin oportunidad de revancha. Existe un órgano mucho más potente, mucho más duro de contener y cuyo grito de guerra es desgarrador y une, sin que sirva de precedente, a los otros dos. Juntos cerebro y alma trabajan al unísono y en equipo para satisfacerlo a El. Y saben que su poder es más grande y su bienestar es el de ellos también. Y nunca lo han logrado vencer. El estomago, resulta siempre triunfante. Y yo doy gracias por ello.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Nadie En Ninguna Parte


Solo en el espacio.
Con gente durante un tiempo, pero solo.
Pues no ocupan a mi alrededor un sitio,
Ni hacia el que dirigirme ni del que partir.
Quizás alguno si ocupe un lugar.
Es ese del que huyo. Un lugar cada vez más lejano.
O así debería de ser.

Solo, al fin, en el tiempo.
Con gente a los lados, pero solo.
Pues no dedico un segundo a ellos.
Quizás a alguno si le presto atención.
Pero pronto me aburre y lo olvido.
Me quedo solo de nuevo.
Es posible que todo lo imagine
Es posible que no sea verdad.
Mientras busco la tranquilidad,
Mi tiempo y mi espacio, encajan mal.