domingo, 1 de julio de 2018

RAGGED GLORY

El porque suceden las cosas de la manera en que se van sucediendo a lo largo de la vida, puede llegar a resultar una incógnita para muchos de nosotros. Para otros, esta sucesión es un simple transitar anodino, predecible y simple.
Sé que estos no son momentos agradables para mi Amigo, pero yo que pasé ya por el trance de perder a quien te precede en el árbol de la vida, pude deducir que con el tiempo, todo recobra el sentido.
Porque eso es así tío. El tiempo no lo cura todo, pero le da sentido a algunas cosas que vuelcan tu día a día y lo vacían.
Nos conocemos desde hace unos pocos años, pero sé por tu manera de hablarme de él, que era tu héroe. Que tu relación era muy cercana y se entrelazaba entre las ocurrencias diarias y los sentimientos más atorados allá abajo en el estómago. Donde el nervio, el amor y el odio nos duele, cuando llegan... y cuando se van.
Debió de ser una persona muy especial. Y él junto a ella, hicieron de ti quien eres. Yo creo que su trabajo es de diez.
Te envidio en el fondo.
Yo no tuve tiempo de hablar con mi padre como tu lo hiciste con el tuyo. No tuve tiempo de beber con el. Ni tuve tiempo de abrazarle de la manera que tu seguramente lo hiciste. Y esas cosas son las que el tiempo no cura nunca. Y las que yo, no quiero que curen. Esas cosas son las que le dan sentido a mi vida. Son los recuerdos que nunca se van.
Así que ya sabes, si cada vez que pases a su lado por la carretera, te lo imaginas sentado allí, viéndote pasar y le sonríes mientras te saluda cariñoso, es que todo volvió a su cauce. Que la vida sigue. Que tú eres él, y que él sigue en ti.
Algún día, serás tú quien sentado allí y levantando la mano con ojos llenos de amor, verás pasar a alguien con el que viajas por la vida, sin ser realmente tú.
Un abrazo Amigo.
Cervezas y sardinas siempre.

martes, 12 de septiembre de 2017

Al Asunto

No sé, es como si de repente la cuestión no fuera del hueso el tuétano o del fruto su semilla, y nos quedáramos en el blanco calcáreo de uno, y en el fruto dulce y carnoso que envuelve generalmente a la otra.
Banal. Las conversaciones resultan banales últimamente.
Rodeando la raíz para no cortarla, careciendo del más mínimo rigor o trascendencia.
Es la circunvalación de las ideas expuestas de forma oral, lo que hace que te abstraigas contemplando el paso del cúmulolimbo viajante más cercano, o aquel chucho que se rasca la oreja con su pata posterior izquierda, en la esquina opuesta de la calle. Que elasticidad!!
Así somos, de mentira y temerosos de entrar de lleno en aspectos que pueden resultar ásperos o complicados de afrontar para nuestro interlocutor. Aspectos que nos hacen parecer lo que somos aún sin quererlo.
Pues nada, continuemos con el falso buenismo, el maniqueísmo y toda esa parafernalia de actitudes que rabiosamente odio tanto. Hagamos la colada de las palabras y enquistemos las ideas ocultándolas al exterior, y así, como en una comedia romántica Hollywoodiense, amémonos todos como dicen que debemos amarnos, odiémonos como quieren que nos odiemos y padezcamos todos juntos el síndrome de Angelman, la falsa felicidad.
Fueron felices y comieron perdices.

martes, 20 de diciembre de 2016

DE NUEVO

Aburrido. Mientras todo pasa cada vez más deprisa a mi lado, me encuentro aburrido por momentos.
Esos momentos en los que no ves al mirar, no saboreas al tragar o simplemente dejas de ser y de estar, y fluyen unos segundos en la inopia más severa y desconcertante. Me hallo en uno.
Aburrido pues en uno de esos intríngulis, se me dio por escribirlo aquí, y mientras tecleo retomo las ganas, me rasco el cogote y miro la pantalla, para decir y proclamar entre servidores que escribir me relajaba sobremanera y me devolvía a un espacio y a un tiempo irreal. Espacio que no habita y tiempo que no transcurre. Droga, al fin, que curaba momentáneamente todos los males. Me hacía de lo bueno lo mejor, y de lo malo lo peor, pero me hacía a mi tal como era, soy y seré.
Así que quizás entre líneas, se cuele aquí un volveré pronto, un aún sigo aquí, o un susurrante y al oído, hola a todos.
Sigo con lo mío, mientras la conexión soporte tanta transfusión.........

miércoles, 9 de diciembre de 2015

QUE TE ONDULEN

Erase que se era, un hombre mediano, en pensamiento, obra y omisión.
Por su culpa, por su gran culpa, siempre paseaba desubicado en el infierno que había creado a su alrededor. Sus hijos, extrañados por la falta de rigor de su progenitor, un día preguntaron a su madre: - ¿Papá es normal mami? - y ella, grande en tamaño pero diminuta en virtudes, los echó con los aspavientos habituales: -Dejadme tranquila que vengo de mala baba!! - algo que era habitual, y todavía más en su vida laboral, en la que asustaba por los pasillos de aquel centro a los que dolidos esperaban una mano delicada que los calmara y reconfortara.
Un buen día, el hombre mediano, se aventuró a escribir una carta a un supuesto enemigo feroz, que no era otro que él mismo, pues tenía la costumbre de apoderarse de las personalidades ajenas y acoplarse como una sabandija a quien le rozaba al paso, babando de lisonjas a sus oyentes más incautos.
Escribiría con su clásica falta de corazón y sus repetidas metáforas cansinas: "Era aquel hombre, un inculto e ignorante que excavó un hueco en la playa para enterrar su cabeza........
     Y hasta aquí puedo leer porque me entra la risa, jajaja.
Hombre mediano, si escribes para el enemigo feroz, ten a bien cuidarte de tus palabras, pues son necias y mentirosas. No evites mencionar mi nombre, pues no hay peor contrincante que el cobarde traicionero, y por eso yo te temo. Afronta las consecuencias, que mi verbo es ágil y afilado, es combatiente y pendenciero. Me cuentan tus "conocidos" las palabras que me dedicas en privado, otros me cuentan de tus textos. Y aunque eludo tus ataques, por lo menos de momento, como a un abejorro triste y cobardica en el último, te hiero.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

SUCEDIÓ OTRO DÍA

Mientras el polvo jugaba alegre con los rayos de sol que se colaban por las cortinas, yo notaba como se iba mi vida en cada borboteo de sangre que despedía mi cuerpo.

Una última mirada a aquella playa donde quedaba buena parte de mi, hizo temblar la firme voluntad adquirida de morir y mi mano izquierda comenzó el camino para taponar la gran herida que abría mi sien y dejaba escapar las postreras ocurrencias de un cansado cerebro lleno hasta los topes de horas despierto y conexiones saturadas. La derecha, siempre más recia y falta de escrúpulos, pero con una determinación a prueba de negociaciones, asestó un certero disparo a bocajarro que llevó a mis dedos izquierdos hasta la pared de enfrente, haciéndolos chocar con el póster de Lennon, y llenando de sangre digital la lámina de Young que en letras, ya amarilleadas por el tiempo, advertía RUST NEVER SLEEP.
Volví mi cara a la cortina, al sol, a la playa, y allí me encontré con la muerte. En la playa de mi vida, morí para siempre. Morí agotado. Morí al fin...