jueves, 23 de diciembre de 2010

VI. Ivory Hotel. Africa

La carretera hasta el "hotel" donde vamos a pasar la noche, resultó entretenida.
Conducir al lado del mar, mientras el sol se pone tras líneas de olas entrando perfectas con una leve brisa terral, es uno de los mayores placeres del mundo.
Liberia es un país de izquierdas.
No políticamente, que es una ensalada de caciques locales y foráneos, si no por sus rompientes. Ni una derecha en condiciones, en los 32 kilómetros desde Greenville hasta el Ivory Hotel.
La primera vista de nuestra habitación fue reveladora. Un gran poster en la pared, con la leyenda: Free Liberian People Of Cocaine! y el dibujo de un niño, esnifando coca, y esta saliendo al aire por una cabeza sin cerebro ni cráneo, me hizo pararme un rato a contemplarlo.
Dos camas perfectamente hechas, en una habitación sin limpiar desde hace por lo menos dos revoluciones, llamaban la atención.
Guntua, una mujer de unos 60 años risueña y muy amable, nos cobra por adelantado la única noche que utilizaremos sus instalaciones.
Tras tirar mi mochila encima de la cama, y darme un baño en la típica ducha exterior, compuesta por una gran barreño de agua puesto encima de cuatro palos, cubiertos por unas maderillas alrededor, y una cuerda de la que al tirar, unos cinco litros de agua caen a la vez y sin posibilidad de regularlo mejor, me propongo bajar hasta esa pequeña playa que se extiende a los pies del Ivory.
Pienso en Ernesto Posadas. Donde se encontrará en estos momentos. Porque un hombre como el, con muchísimos intereses en Venezuela, Paraguay, desde hoteles a empresas de exportación de materias primas y manufacturas, y un gran capital en diversos paraísos fiscales, no abandona todo este entramado del narcotráfico, y se va a vivir una vida de oro junto con los suyos.
Que tiene este mundo que tanto cuesta despegarse de el? O es que no le dejan? evidentemente para que Posadas y otros hayan hecho tanto negocio transportando droga a U.S.A., han tenido que pagar un alto precio. Comprar políticos en países sudamericanos, y ponerlos a los píes de la C.I.A., actuar de sicarios de países "democráticos", e incluso financiar campañas políticas en lugares insospechados.
Demasiada mierda saben, como para que ahora pidan una pensión de jubilación, y se vayan a bucear y beber mojitos, junto a su querida esposa e hijos.
No. Deben seguir pagando los favores que les comprometen, atados a sus secretos para siempre, o hasta que otro, con la cabeza trastornada y creyendo que podrá retirarse sin daños, los vende, los arruina o simplemente les corta las pelotas, orejas, nariz y dedos. Les vacía los ojos, y junto a su propia libertad futura, los presenta como fianza, ante uno de esos poderes fácticos, que siempre necesitan nuevos avarientos hijos de puta que les sirvan.
Gartee me hace gestos desde las dunas. Será la cena.
El sonido del mar, me hace dejar de pensar durante mi paseo de vuelta. Da igual donde estés y las condiciones que te rodeen, el suave rumor del océano es siempre el mismo para todos.
Noto la pistola en la espalda, atrapada por el cinturón. He matado ya en el pasado, incluso demasiadas veces, pero esa sensación vuelve a recorrerme la espina dorsal. No es algo que me cueste en el momento, pero si me pasa factura después. Se que el mundo está lleno de cabrones que merecen una bala entre los ojos, pero cada vez pienso más, que esos cabrones merecerían otro mundo también. Y en ese otro mundo, con suerte, ellos no serían los malos.
Un mundo perfecto no existe, así que cumpliré mi tarea.
El olor a mar, se mezcla ya con el del pescado a la parrilla. Veo a Guntua junto a Gartee, cocinando y fumando al lado de la ducha, casi en las dunas.
Africa es diferente. El paraíso hoy.

lunes, 20 de diciembre de 2010

V. El Sr. Odonell. Africa

- Espero que su entrada en el país fuera lo más sigilosa posible, señor Eriz. Como se encuentra?
- Teniendo en cuenta las circunstancias, mi paseo ha sido tranquilo y discreto.
Estas fueron las primeras palabras que entable con Clay O'Donell. Antes incluso de mirarme, y mientras se encaminaba hacia la mesa.
Con el, Gartee Tubman entra en la habitación. Me devuelve mi mochila, y deja una enorme bolsa de deportes en el suelo a mi lado.
- Max Eriz de Soto. Colaborador independiente de distintos servicios secretos sin especificar, pero que todos conocemos, -lee Clay mientras levanta la mirada hacia mi- Trabajó para el cuerpo diplomático español en Japón, Brasil, México y Sudáfrica. Dos años, del 2000 al 2002, sin saber nada de sus hazañas. No hay datos de movimientos bancarios, entradas o salidas de ningún país, trabajos para nadie...... -Dígame Max, ¿esas vacaciones fueron pagadas por alguien?- sonríe.´
Al ser una pregunta de la que no se espera respuesta, decidí continuar callado, a la espera de algo más interesante.
- Trabajó con un equipo, para el desarrollo de un servicio de información de justicia criminal internacional. Del que no hay resultado, por lo menos visible. Los gobiernos estadounidense, británico, israelí, que financiaron este proyecto, no comunican nada sobre su conclusión o sus frutos.
- Conozco mi currículum, no es necesario recordármelo.
- Los últimos años, colabora en distintas misiones contra el narcotráfico, y lo más importante, levanta sospechas sobre investigaciones paralelas a las mismas agencias para las que trabaja, y se duda de su lealtad. No obstante, sigue contando con el amparo de todas ellas.
- Reconozco que es ameno este rato de lectura sobre mi vida laboral, pero si esto va a durar mucho rato, pediría se me facilitaran unos cigarros, ya que los terminé. Y siempre me gustó fumar mientras escucho algo interesante.
- Gartee tiene tabaco, ¿hace el favor de compartirlo con el señor Eriz?
Mi enlace me acerca una cajetilla de Marlboro y un encendedor.
- Bueno Max, dejemonos de perder tiempo y vayamos al grano. Le confieso que no soy partidario de su intervención en esta misión, creo que nuestros servicios de inteligencia podrían resolverlo de una manera adecuada. Pero trabajaré con usted mano a mano. Gartee la bolsa!
Gartee sube la bolsa de deportes a la mesa. Y la abre.
De ella salen, distintos pantalones cortos y largos, camisetas, camisas, y otras prendas de vestir usadas. Dos móviles. Una pistola Smith&Wesson 9mm. Cuatro cajas de munición. Una cartera con varias tarjetas de crédito, un pasaporte británico y una tarjeta de libre circulación. Las llaves de una casa en Monrovia y un billete de avión hacia Pretoria para dentro de un mes y tres días.
- Todo esto es suyo. Y este sobre que contiene un USB portátil con toda la información de la misión. Yo desconozco los detalles, y mi cometido se ciñe a hacer de intermediario entre usted y los "jefes", y facilitarle cualquier cosas que necesite, mientras está en Liberia.
- Ahora se cambiará. Este telefono tiene línea exclusiva conmigo. Es seguro. El otro, rojo, es un móvil abierto, para su comunicación con Gartee que lo acompañará durante el trabajo, o lo que necesite. Las llaves son de su piso en Monrovia. El billete es para regresar a casa, pase lo que pase en esa fecha. Es decir, tras el día del vuelo, no tendrá a nadie aquí que responda por usted, estará solo, y le aviso que Liberia no es un parque de atracciones.
Mientras escuchaba, me ponía un pantalón largo vaquero y una camiseta negra descolorida por el sol. Guardaba la pistola en la espalda debajo del cinturón y encendía un segundo Marlboro.
- Como se supone que he de establecer contacto con Ernesto Posadas?
- Cuando llegue a Monrovia, Gartee le llevará y le enseñara, donde tienen sus negocios los amigos de Ernesto. Y el mismo. No le digo nada nuevo, pero cuidado, el Sr. Posadas no es un narcotraficante en Liberia, si no un importador de productos tecnológicos, muy bien considerado por gobierno y la población en general.
- Ok, llevo dos años estudiando esta ruta, se lo que he de buscar, y donde es mejor no escarbar. Ernesto es un viejo conocido de otros trabajos en sudamérica. El no sabe quien soy, pero conoce la existencia de investigaciones contra el. Y de varios infiltrados en su "compañía"..... todos muertos de manera nada delicada.
- Bien, Gartee le dará un sobre con dinero para los primeros días. Luego recurra a las tarjetas. Espero que todo le vaya bien. A todos los efectos yo no existo, trabajo como consejero del ministro de relaciones exteriores, y nadie sospecha de mi. Tenemos más infraestructura en el país, ya le informará Gartee cuando sea preciso.
Un apretón de manos, es el final de nuestro encuentro. Gartee me comenta que haga lo que tenga que hacer con el portátil, que será la última vez que dispondremos de conexión segura en dos días. Se va con Clay.
Solo ya en la habitación, me acerco a las grandes ventanas. Veo salir el coche, e inmediatamente detrás el coche grande negro que aparcó en la esquina a su llegada, le sigue.
Aguardo a Gartee comprobando en el ordenador, que mi propia vía de escape, sigue siendo viable. En mi trabajo, fiarse de alguien que te paga, no siempre es seguro.
Un Compañero con el que trabajé en Sierra Leona, me brinda apoyo. Si no jamás hubiera aceptado sumergirme en este remolino de basura en el que estoy a punto de entrar.
El aire acondicionado, sopla agradablemente. Sin el esta media hora hubiera sido insufrible.