sábado, 5 de junio de 2010

Lo Que Pasa Y Se Va

Ya hace tiempo que afuera es de noche. Quizás la falta de luz natural alumbre mi espíritu lo suficiente para que un destello de color de forma a lo oculto dentro de mi.
Todo lo necesario, lo imprescindible, un día desaparece. Se va.
A veces queda ese hueco vacío imposible de rellenar, por mucho que lo intentes. Otras veces las cosas se van olvidando y con el paso del tiempo se han alejado tanto que parece que jamás te han rozado. Sin darte cuenta de que por esa manera de desvanecerse, se desvelan como anécdotas del viaje.
Pero el camino que toman esas otras cosas que te marcan, te hacen ser como eres y realmente representan algo, es distinto. Tiene más curvas, túneles, cruces y desvíos. Pero de repente, a veces y sólo a veces, encuentran el trayecto de vuelta a casa.
Entonces es posible evaluar realmente su importancia.
Es posible que haya olvidado tus miradas en las despedidas. El movimiento de tus labios al otro lado del portal, susurrando un adiós. Tu sonrisa de lejos al encontrarnos en la calle, en la playa. La manera que siempre tuviste de dar sin esperar nada a cambio.
Pero ni la más brillante de las luces que el ser humano pueda fabricar, ni ningún sol deslumbrante, podrán hacerme olvidar la sensación de tus abrazos.
Y de entre esas cosas que se olvidan, de las que no vuelven y de las que de repente brotan de nuevo delante de nosotros, sólo unas importan, las que nos hicieron ser quienes somos.
Porque todo comienza al final del camino.