viernes, 1 de agosto de 2014

PROSOPOPEYA

Suelto y sin levantar la cabeza del teclado. Mientras los dedos en presente, golpean las teclas dibujando la idea pretérita, la frase futura surge entre las sienes cabezonas. Sin restaurar el fondo y tan sólo perfilando la forma, llega el final. Puro corazón.
Otros, fantasmas, hablan de sueños a medida y de libros polvorientos y antiguos que, por lo que dejan leer, de nada les han servido. Encerrados en rutinarias sesiones de pseudo-erotismo barato, y romanticismo de telenovela, escriben redundantes historias frías e indoloras. Puro fraude.
Es mejor ser un proscrito amante del sueño eterno, y amarte entre las botellas derramadas por el suelo, que hacer del hábito de vomitar, un derroche caótico de bonitas palabras de amor, que componen escaparates de baratijas, y ofertas de pasión virtuales y ficticias.
Una penetración profunda, y el lamento final del orgasmo que se va. Un completo final ruidoso, en perfecta armonía, largo y poderoso. Un último movimiento en compañía de esa cresta larga, que saque el aire de los pulmones, y que acabe con las piernas por un lado, los brazos por otro, sal en la nariz, y lujuria en los ojos. Siempre en busca de más.
Y verte dejar la playa más tarde de lo que el Sol se ha marchado, con la última penumbra. Ver tu cara cerca de la ventanilla de aquel bus, mirando la carretera empapada, y tus tristes ojos moviéndose lentamente durante el subidón viajero. Mirarte cantando sola en el campo de tu vida, con el cielo de tus sueños sobre la cabeza, y no preguntarme más qué es lo que busco. La muerte llegará ese día, cuando la búsqueda me canse. Cuando la búsqueda me deje atrás. Cuando ella reclame lo que fue suyo, y siempre lo será. nY yo me entregue al fin.
Buscarte es como tirarse al mar, en el fondo nunca sé lo que encontraré, pero joder que salto!!

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