viernes, 19 de abril de 2013

Lo Nuestro Fue Jugar


Aquella humedad se metía entre la ropa, traspasaba la piel y la carne, y se alojaba en los huesos, haciéndome sentir como un habitante más de los perpetuos inquilinos de aquel cementerio. Los sonidos de la noche silenciosa abrían visiones imposibles entre la oscuridad, y la niebla que se posaba en el cesped frío, tan solo se movía tras mis pisadas cautelosas.
Recuerdo que era martes. Una lluvia densa había caído durante todo el día, y los olores de madera mojada y piedra húmeda llegaban a mi cerebro junto al dulce sabor del licor de hierbas que llenaba la botella que me iba acercando a la boca de vez en cuando.
Miraba alrededor intentando descubrir donde estaba mi destino, pero todo lo que me rodeaba estaba difuminado y me parecía igual. Entonces, un olor cercano a flores frescas, me hizo pararme ante una de las losas que sorteaba en mi deambular paranóico.
Leí tu nombre en ella, y bebí un largo trago antes de sentarme a su lado.
Descubrí que la hierba en las inmediaciones estaba pisada. Signo de que a tu entierro, habían acudido un montón de personas socialmente consideradas.
Yo nunca fui hombre de actos sociales obligados, y aquella tarde, paseé largamente por la playa que nos había unido como Amigos, y nos había enseñado como disfrutar de lo bueno de la vida, que nunca era suficiente para nosotros.
Otro trago y olor a mar... me traicionaba el subconsciente, y te veía montado en una de aquellas olas que tantas veces e incansablemente te acercaban a la orilla para que tu, de manera tozuda y pertinaz, te volvieras a alejar de ella sonriéndole a la puesta de Sol.
El licor iba mermando en la botella, y entre mis manos unas briznas de hierba caían sobre tu tumba.
Recordé las infinitas noches en que luchamos juntos por perpetuar la oscuridad y alargar las risas. Y los eternos días que se nos antojaban cortos e irrepetibles.
Te echaba de menos ya, y te acababas de ir. Tu. El primero de los amigos en desaparecer. En morir. Y quise llorar pero no pude. Y bebí... y ese último sorbo me supo amargo.
Nunca fue suficiente mientras lo tuvimos, y empalagados de vanidad perdimos el camino de la verdad única. Pero lo hicimos más tarde que los demás, y nos llamaban necios. Irresponsables. Vividores. Y qué más daba? si eramos felices, si eramos inocentes, si disfrutamos de nuestra juventud y la estiramos hasta la debacle final. Mientras ellos, se perdieron en los campos de algodón, entre los papeles de la corrección, entre el bien y el deber, entre el cielo y la tierra. Entre la rutina y la mentira.
Me alejé sin más. Sin despedidas ni miradas atrás. Pero tu también te vas. Vienes en mi, lejos de aquel lugar. Me acompañas en los bailes, y al remar. Cuando canto y cuando bebo. Y en los ojos de los demás, cuando nos juntamos, también te veo. Y sonríes cabrón, no debes de estar mal.

Nuestros fueron el viento y el mar, las canciones y la amistad. Nuestro fue el amor.
Y lo nuestro fue jugar.

1 comentarios:

Néstor dijo...

Te sienta muy bien el licor de hierbas!!!

Muy buen relato.