sábado, 31 de marzo de 2012

EL CONDUCTOR

El tipo giró la esquina, y se encaminó por la escalera de piedra que bajaba entre los edificios. El agua recogida por los tejados bajaba por las cañerías haciendo un ruido peculiar, que se unía al de la lluvia y los pasos contra el suelo encharcado.
Ella paró fugazmente en un escaparate. Su figura, hoy invisible por culpa de una larga gabardina, era enjuta, seca. Aún así, su forma de andar y los movimientos naturales de sus gestos, hacía imposible no fijarse en ella.
El llevaba tiempo siguiéndola, imaginándola en su intimidad, y creando en su propio inconsciente un deseo irrefrenable de estar con ella.
Los martes se habían convertido en "su" día, el de los dos. O por lo menos el así lo pensaba.
Un claxon sonó cercano y el chaparrón cesó, por un momento, de empaparlo todo.
Unos metros detrás de ella, caminando por una plaza llena de árboles amarillos, pisando muchas de sus hojas ya caídas, el aceleró el paso. Había decidido abordarla, decirle lo que sentía, invitarla a un café......cualquier cosa, pero pararla.
Y entonces pasó. Un resbalón oportuno, una caída a tiempo, un traspié intencionado, y su cuerpo golpeó el suelo con brusquedad.
Ella oyó el quejido y se giró. Desde el suelo el levantó los ojos, y una leve sonrisa se perfiló en sus labios. La esperaba a ella, necesitaba su ayuda, pero una mano fuerte le agarró por la espalda, mientras una voz gruesa y profunda, que provenía de un rostro adusto y bigotudo, le preguntaba por su estado mientras le hacía recuperar la verticalidad.
El se sacudió la ropa empapada de agua, agradeció al entregado jardinero municipal el auxilio prestado, y vio como ella desaparecía tras las puertas de un gran centro comercial.
Otro martes más, perdido. Siete días de espera para volver a verla bajar de aquel bus, en aquella parada, a la hora de siempre. Como hacía ya dos meses, en que el decidió bajar con ella de aquel mismo bus, en aquella misma parada. Y hacer oídos sordos a los demás usuarios de su línea, la 3A... que increpándole por el abandono de su puesto de trabajo como conductor, no entendían el poderoso motivo que le llevaba a jugarse su futuro por perseguir, lo que hasta ese momento no era más que un sueño.

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