Acabo de regresar de La Playa, de recoger una tabla para arreglar de un cliente.
Necesitaba un poco de perspectiva y descanso tras la batalla con 12 tablas esta mañana. Too much "lija" will kill you!
Así que me senté en la valla del paseo, y encendí un pitillo.
Cuando levanté la vista, todo había cambiado.
La Percebelleira, ni me saludo. Y con guiño fruncido giro la mirada a un lado.
Las comisuras de La Playa, siempre sonriendo, bajaron hasta dibujar una mueca de disgusto y rabia.
Las olas, no querían aparecer, pero me sentía observado por ellas. Y casi las oía cuchichear.
Los acantilados decían que no con la cabeza, mirándome lastimosamente.
El cabo Frouxeira, se irgió en el aire, y como un brazo acusador, me pegó un palo en la cabeza. Y se volvió a tumbar en su sitio, farfullando.......
Sí, lo se, todos estos elementos vivos forman parte de mi vida desde siempre. Es mi lugar. Y quizás y sólo quizás, se han sentido traicionados por mi. Y han demostrado su derecho a replica. -No nos parece bien, Ricardo! No es posible.....
Con el rabo entre las piernas, y calibrando el tamaño de la alucinación vivida, le eché una ojeada al pitillo, a ver si me había equivocado de sustancia. Pero no, era ese horrible tabaco en un cilindrín blanco. Marca Fortuna. No había sustancias alucinógenas.
Ahora, ya en casa, sigo pensando en las consecuencias de nuestros actos........ a cuantas cosas afectan!!
miércoles, 13 de octubre de 2010
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