Allí arriba en la cima en la que habitas, faltan lágrimas. Aquí debajo de tu morada, sobran llantos. Y en tu nombre se cometen atroces banquetes de sangre y dolor.
Yo no te encuentro por ningún lado, aunque mil templos de oro te construyan, o rebusque en mi interior, hasta que cientos de mis entrañas se mezclen con mis sesos. Pero si eres y existes, si sientes y ves, si oyes y estás... haz algo ya, o desaparece de su inconsciencia para siempre, valiente fantasma cósmico.
miércoles, 8 de mayo de 2013
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