Como las imágenes que representan el bien y el mal, es decir, dos miniaturas de ti mismo, encaramadas a tus hombros y susurrándote consejos a los oídos, me imagino yo hoy a mis dos mitades. En mi caso representadas por dos órganos contrapuestos y casi nunca en armonía. La cabeza y el corazón.
Uno es testarudo, y dedica su tiempo a informarme de los pros y los contras de las acciones venideras. De manera incansable trabaja para encontrar la rectitud en el camino y no duda en tomarse su tiempo para valorar los peligros, y encontrar la manera, llegado el momento, de enfrentarse a ellos con un mínimo de garantías.
El otro no obedece a mandato ninguno. Actúa de improviso cogiendo a todo el cuerpo con la guardia baja. Llena cada poro con su ímpetu y es imposible apaciguar su latido cuando se pone en marcha. Como si un posible error de cálculo, no importara, y no tuviera otra respuesta que una nueva acción explosiva por su parte.
Así transcurren los acontecimientos, en un pulso continuo entre sensatez y locura, entre el "bien" y el "mal". La sensación más placentera la experimento en el momento en que uno de los dos vence y determina el camino a seguir, sea cual sea. Es ese preciso instante cuando todos y cada uno de los átomos que forman mi cuerpo y mi mente, saben hacia donde empujar y empujan...
A veces las cosas salen bien y otras sencillamente no salen. No obstante y pese a todos los esfuerzos de cabeza y corazón por mantenerse indefinidamente en el poder absoluto, llega un momento en que su derrota es total y sin oportunidad de revancha. Existe un órgano mucho más potente, mucho más duro de contener y cuyo grito de guerra es desgarrador y une, sin que sirva de precedente, a los otros dos. Juntos cerebro y alma trabajan al unísono y en equipo para satisfacerlo a El. Y saben que su poder es más grande y su bienestar es el de ellos también. Y nunca lo han logrado vencer. El estomago, resulta siempre triunfante. Y yo doy gracias por ello.
viernes, 14 de marzo de 2008
miércoles, 12 de marzo de 2008
Nadie En Ninguna Parte
Solo en el espacio.
Con gente durante un tiempo, pero solo.
Pues no ocupan a mi alrededor un sitio,
Ni hacia el que dirigirme ni del que partir.
Quizás alguno si ocupe un lugar.
Es ese del que huyo. Un lugar cada vez más lejano.
O así debería de ser.
Solo, al fin, en el tiempo.
Con gente a los lados, pero solo.
Pues no dedico un segundo a ellos.
Quizás a alguno si le presto atención.
Pero pronto me aburre y lo olvido.
Me quedo solo de nuevo.
Es posible que todo lo imagine
Es posible que no sea verdad.
Mientras busco la tranquilidad,
Mi tiempo y mi espacio, encajan mal.
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