jueves, 14 de febrero de 2008

La Huida I

Sentado en las escaleras del bar, con el gorro de lana en la mano, mirando las nubes que ocultaban ligeramente el sol, decidió continuar el viaje. Y era algo complicado tomar esa decisión. Dejaba atrás una irrelevante pero segura existencia en un barrio acomodado, de la ciudad que lo vio nacer y crecer, un trabajo gris de supervivencia, por un camino desconocido, aunque mil veces soñado.
Tras unos minutos en la cuneta, haciendo dedo, una furgoneta con cortinas en las ventanas, paró.
- Te llevo? -Una mirada rápida al interior confirma las sospechas. -Un guiri - piensa.
- Bien, pero no te puedo pagar nada...
-Nadie te lo va a pedir. -Ya de camino, la lluvia comienza a cubrir las lunetas laterales, y el ruido hace practicamente imposible escuchar la música de fondo, suaves guitarras acústicas y voces melodiosamente rasgadas.
- Donde vas?
- Puedo fumar aquí dentro?
- Claro, espera que abro un poco... - la luz de la llama ilumina cálidamente su cara, mientras la mantiene junto al pitillo. Su mirada, perdida entre la guantera y el suelo.
- A donde voy no lo se -contesta echando el humo y mirando hacia fuera -Pero sé de donde vengo, y no me apetecía continuar allí.
- Bueno yo te puedo dejar en el pueblo, ¿sabes donde quedarte?
- No te preocupes, para dormir con cerrar los ojos me llega.
La carretera se pierde entre los arboles y el agua de la lluvia borra el rastro dejado por la furgoneta en la carretera.