...casi sin tiempo, como siempre, azuzado por los compromisos, J.A. recogió sus enseres y se encaminó a un nuevo emplazamiento.
Esta vez, ya que no era la primera y había aprendido de errores anteriores, se llevó consigo lo que no se ve, lo que no se toca, sus pensamientos más íntimos, sus ideas y todo aquello que le confiere esa personalidad abrupta y sin recelos.
Allí dejó, tan solo tiempo. Que ya es mucho dejar.
J.A. sentado y pausado, enmarcó el momento, pero no se apresuró a disparar, sabedor de que el instante nunca es buscado si no encontrado súbitamente y tratando de no pestañear.
Sin darse cuenta llegó, y en el tiempo que transcurre entre que el dedo aprieta el disparador, y el obturador comienza a moverse, su cerebro le brindo el tiempo necesario para repasar los últimos siete años de su vida. De regalo, su cabeza empezó a recordar...... el lugar elegido para pasar la vida, la compañía elegida y recíprocamente correspondida, las decisiones de mantenerse fiel a sus principios y abandonar aquel grupo de locos engreídos a tiempo, los descansos, los momentos de pasear al trote por los acantilados escuchando bestias pardas por las silveras y sin creerse ni un ápice de la "paranormalidad" fanática de los crédulos. Los sinsabores y las satisfacciones de ser diseñador y obrero a la vez de su propia morada, y la grandeza de la humildad y la generosidad. Y ese sabor de hierbas líquidas que le genera tantos periquetes cómplices y no menos partícipes compañeros de ratos dulzones y evocadores...
Todo parecía eterno, pero un click sonó y devolvió a J.A. a la realidad. En la pantalla su hija mayor y el enano de sus ojos. Se quedó contemplando sus caras, y detrás la puesta de sol se revelaba sincera por fin.
Con ellos pululando alrededor, nada acaba, ningún día es finito, y el tránsito final cobra sentido.
Que sus dedos sigan apretando ese botón amenudo, y mezclando sabiamente las cañas con las hierbas. Que sus ojos vean todo lo bueno y sus palabras nos acompañen en las largas veladas estivales, donde sus hijos y el mio se hacen más conductores que pasajeros, aunque nosotros siempre los veremos en el asiento de atrás, y nos creeremos sus guías y maestros......sin ser más que faros que se alejan por momentos.
J.A. recupera el tiempo perdido, la vida fue y no será. El zumo es producto de la presión con que se apriete el fruto, y nuestro deber es dejarlo seco.
J.A. envejecerá con nosotros, sin querer...
miércoles, 8 de mayo de 2013
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