sábado, 7 de febrero de 2015

EL MARRON ETERNO

El final de aquel verde intenso abrumador, era abrupto, seco y de un marrón oscuro inasumible.
Una vez alcanzado el límite, una mirada a la pradera que dejaba atrás se hizo dolorosa.
Aquella hierba, mecida por la brisa de las últimas horas de una tarde cálida, removía los recuerdos y mezclaba sensaciones pasadas con el aire, que marchaba suavemente hacia otro lugar.
De entre todos los olores y sabores conocidos, el tuyo era el más intenso. Desde la lengua al punto que une nariz y cerebro, todo se llenó de ti en un instante, y como si estuvieras conmigo, giré la cabeza buscando tu sonrisa. Pero la sonrisa que encontré fue la de él. La sonrisa de aquel niño con pocos años, que un día fue. Y que llenó nuestros días con el desasosiego eterno y la incertidumbre absoluta del que será. Él, que tantas veces nos unió, que tanto amor regaló. Él fue mi verdadero amor de película. Ese dolor en el pecho cuando cierras los ojos cada día para dormir. Ese fue nuestro loco príncipe sonriente.
Intenté rozar las puntas de aquel manto verde para llevarme una última caricia, pero fue mi piel lo que sentí. Era a mi cuerpo a quien tocaba y por primera vez, tuve consciencia de mi mismo, y de quien era. En los últimos momentos supe que existía, y me vi. Sentí cada arruga y las cicatrices que daban buena cuenta de lo vivido.
Me erguí satisfecho finalmente, y mientras las voces y risas de aquellos que habían caminado a mi lado todo aquel tiempo, venían a mi mente, desaparecí.
Nada me llevé, y nada dejé atrás. Me sumí en el marrón eterno, y todo siguió girando como si nada....... o eso quiero creer.

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